Un boceto rapidito.
Un segundo de volver a mis pinturas de palo.
Un ejercicio para quitarme el antojo de pintar sobre papel.
Un momento para tomar el té y resolver la duda de si aún recuerdo cómo dibujar lo que se le ocurra a mi mano. Y sí.
Pasó fugaz para hacerme sonreir y regresar así al trabajo de los otros muñecos.
Ella era sólo eso: un boceto rapidito.
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